La naturaleza nos ofrece una diversidad de recursos que, cuando se aplican correctamente, pueden revolucionar nuestras prácticas de cultivo. Uno de esos recursos, de origen volcánico, es la gravilla volcánica fina, una opción premium cuando se trata de sustratos, especialmente para bonsáis y cactus.
De Origen Volcánico: Las erupciones volcánicas, a lo largo de los milenios, han dotado a la tierra de una riqueza mineral única. La gravilla volcánica, producto directo de estas erupciones, hereda esta riqueza y se transforma en un aliado inigualable para el cultivo.
Características principales:
Granulometrías disponibles: 1-2 mm y 2-4 mm.
Mayor aporte de minerales: Al ser un derivado directo de rocas volcánicas, esta gravilla supera a otros sustratos como la Akadama. En comparación, ofrece un 27% más de silicio, 12% de calcio, un 10% más de magnesio y un 3% más de hierro.
Descomposición nutritiva: La singularidad de la gravilla volcánica radica en su capacidad de liberar micronutrientes con cada riego. Estos nutrientes, como el calcio, magnesio, hierro y silicio, son liberados gradualmente, nutriendo constantemente al bonsái o cactus.
Color atractivo: Su paleta de colores que varía entre rojo, marrón y granate, no solo cumple una función nutritiva sino también estética, resaltando y complementando la belleza de los bonsáis y cactus.
Ventajas:
Sustrato versátil: Es una elección acertada tanto para bonsáis como para cactus.
Reemplazo y mejorador de Akadama: En comparación con la Akadama, la gravilla volcánica no solo ofrece un soporte de cultivo más óptimo, sino que también es más nutritiva.
Estética: Su rica tonalidad potencia la belleza natural de la planta, aportando un toque de sofisticación.
El uso de la gravilla volcánica fina garantiza una experiencia de cultivo superior. Con su riqueza mineral y características estéticas, es el sustrato ideal para quienes buscan lo mejor para sus bonsáis y cactus, asegurando no solo su salud, sino también una floración y crecimiento exuberante.
